24 mayo 2009

Los discursos de apertura y cierre de la Dra Chan en la asamblea de la OMS celebrada del 18 al 22 de mayo del 2009.



Lunes 18 de mayo. Margaret Chan.Discurso de Apertura de la Asamblea Anual de la OMS.

Si quiere leer completo el discurso inaugural, marque aqui


Señoras y señores:
Durante cinco largos años, los brotes de gripe aviar hiperpatógena por H5N1 en las aves de corral y los casos esporádicos, a menudo mortales, en el ser humano han predispuesto al mundo a esperar una pandemia de gripe, incluso con gran mortalidad. A raíz de estos largos años de predisposición, el mundo está mejor preparado, pero también muy asustado.
Como sabemos ahora, un nuevo virus gripal con gran potencial pandémico, la nueva cepa de virus gripal A(H1N1) ha aparecido en otro foco y en otra parte del mundo.
A diferencia del virus aviar, el nuevo virus H1N1 se transmite fácilmente de persona a persona, se propaga rápidamente dentro de un país y, una vez establecido, se extiende rápidamente a otros países.
Prevemos que esta tendencia continuará.
También a diferencia del virus aviar, el H1N1 provoca actualmente una enfermedad generalmente leve, con pocas muertes, si se excluye el brote de México. Esperamos que estas pautas se mantengan.
Por definición, cuando aparecen nuevas enfermedades los conocimientos sobre ellas son escasos, y sobre todo si el agente causal es un virus gripal.
Los virus de la gripe son el blanco móvil por excelencia. Su comportamiento es manifiestamente impredecible. La evolución de las pandemias es tan imprevisible como los virus que las provocan.
Nadie puede prever de qué manera evolucionará la situación actual.
La aparición del virus H1N1 supone una gran presión sobre los gobiernos, los ministerios de salud y la OMS, que deben tomar las decisiones acertadas y adoptar las medidas correctas en un momento de gran incertidumbre científica.
El 29 de abril, elevé de la fase 4 a la fase 5 el nivel de alerta ante la pandemia de gripe. Al día de hoy, se mantiene la fase 5.
Tal vez el virus nos haya dado un periodo de gracia, pero no sabemos cuánto durará ese periodo.
Nadie puede decir si sólo se trata de la calma antes de la tormenta.
Se ha confirmado la presencia del virus en algunos países del hemisferio sur en los que pronto empezarán las epidemias de gripe estacional. Tenemos muchos motivos para preocuparnos por las posibles
interacciones del nuevo virus H1N1 con otros virus que actualmente circulan entre las personas. Además, no debemos olvidar que, en la actualidad, el virus H5N1 de la gripe aviar está firmemente establecido entre las aves de varios países. Nadie puede decir de qué manera
se comportará el virus de la gripe aviar al ser presionado por un gran número de personas infectadas con el nuevo H1N1.



Señoras y señores:
El paso a la fase 5 supuso la activación de un número de medidas de preparación progresivamente intensificadas. Los servicios de salud pública, los laboratorios, el personal de la OMS y la industria están trabajando día y noche.
Una de las características que definen una pandemia es la vulnerabilidad casi universal de la población del mundo ante la infección. No todas las personas resultan infectadas, pero casi todas están expuestas a ese riesgo.
La capacidad de producción de medicamentos antivíricos y vacunas antigripales es limitada e insuficiente para una población mundial de 6800 millones de personas. Es imprescindible que los países no despilfarren esos recursos preciosos aplicando medidas poco apropiadas.
Como se ha dicho esta mañana, estamos tratando de encontrar algunas respuestas a ciertas preguntas con miras a reforzar la evaluación del riesgo y poder proporcionar asesoramiento más preciso a los gobiernos. En teoría, pronto dispondremos de conocimientos suficientes para asesorar a los países acerca de los grupos de alto riesgo y recomendar que los trabajos y los recursos se orienten a esos grupos.
Esta mañana escuché atentamente los comentarios formulados. Como la principal funcionaria técnica de esta Organización, seguiré cuidadosamente sus instrucciones, en particular en lo que respecta a los criterios para pasar a la fase 6, en el cumplimiento de mis obligaciones y responsabilidades
ante los Estados Miembros.
Si bien muchas preguntas no tienen una respuesta clara hasta el momento, puedo asegurarles una cosa. Cuando la OMS recibe información de importancia para salvar vidas, por ejemplo el mayor riesgo de complicaciones en las mujeres embarazadas, alertamos inmediatamente a la comunidad internacional.
Hasta el presente la mayoría de los brotes se han producido en países que disponen de buena capacidad de detección e información. Permítanme aprovechar esta oportunidad para agradecer a los gobiernos de esos países la diligencia de su vigilancia, su transparencia en lo que respecta a la información y su generosidad al compartir información y virus.
Una pandemia de gripe es una situación extrema que pone de manifiesto la necesidad de actuar con solidaridad ante una amenaza común.

Afortunadamente, en estos primeros días los brotes están provocando, en general, casos leves de la enfermedad.
Insto encarecidamente a la comunidad internacional a que aproveche sabiamente este periodo de gracia.
Los exhorto vivamente a examinar en profundidad todas y cada una de las medidas que podamos adoptar, colectivamente, para proteger a los países en desarrollo y evitar que, una vez más, sean los más afectados por un contagio mundial.
He tendido la mano a los fabricantes de medicamentos antivíricos y vacunas; he tendido la mano a los Estados Miembros, los países donantes, los organismos de las Naciones Unidas, las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y las fundaciones.
He insistido ante ellos en la imperiosa necesidad de ampliar las medidas de preparación y mitigación al mundo en desarrollo. El Secretario General de las Naciones Unidas me acompaña en estosinfatigables esfuerzos.


Señoras y señores:
Como ya he dicho, la equidad en materia de salud es una cuestión de vida o muerte. Lo es, especialmente, en momentos de crisis.
Hoy en día, el mundo es más vulnerable a los efectos nocivos de una pandemia de gripe de lo que lo era en 1968, cuando comenzó la última pandemia del siglo pasado.
La rapidez y el número de los viajes internacionales han aumentado de manera espectacular.
Como se constata hoy con el H1N1, todas las ciudades que poseen un aeropuerto internacional corren el riesgo de importar casos. El extremado aumento de la interdependencia entre los países incrementa las probabilidades de perturbaciones económicas.
Las tendencias tales como la externalización y la producción puntual ponen a la comunidad internacional ante un imperativo moral absoluto y la obligan a garantizar que ninguna parte del mundo sufra desproporcionadamente. Tenemos que preocuparnos por la equidad. Tenemos que preocuparnos por el juego limpio.

Esas vulnerabilidades a los casos importados y a los trastornos económicos y comerciales afectan a todos los países. Lamentablemente, otras vulnerabilidades se concentran de forma abrumadora en el mundo en desarrollo.
Las pruebas actuales indican que la mayoría de los casos de infecciones graves y mortales con el virus H1N1, a excepción del brote en México, están afectando a las personas que padecen afecciones crónicas subyacentes. En los últimos años, la carga de enfermedades crónicas ha aumentado extraordinariamente y se ha desplazado claramente de los países ricos a los más pobres.
Actualmente, alrededor del 85% de la carga de morbilidad por enfermedades crónicas se concentra en los países de bajos y medianos ingresos. Las repercusiones son obvias. El mundo en desarrollo tiene, con diferencia, el mayor grupo de personas con riesgo de contraer infecciones graves y mortales por el virus H1N1.
Una característica destacable de algunos de los brotes actuales es la presencia de diarrea y vómitos en hasta el 25% de los casos. Esto es inusual.
Si se detecta la liberación del virus en la materia fecal, ello implicaría la introducción de una nueva vía de transmisión.
Esto tendría una importancia particular en las zonas con sistemas de saneamiento deficientes, especialmente los barrios marginales de las ciudades donde la población vive hacinada.
La próxima pandemia será la primera desde la aparición del VIH/SIDA y la reaparición de la tuberculosis, también en sus formas farmacorresistentes. En el mundo actual, las vidas de millones de personas dependen del suministro regular de medicamentos y del acceso regular a los servicios de
salud.
La mayoría de esas personas viven en países donde los sistemas de salud están ya sobrecargados, faltos de personal y carentes de recursos suficientes. Se prevé que la crisis financiera aumentará aún más esa carga, ya que cada vez más personas prescinden de la atención privada y recurren a servicios financiados por el sector público.
¿Qué sucederá si el aumento repentino del número de personas que requieren atención a causa de la gripe empuja a los frágiles servicios sanitarios al vacío? ¿Qué sucederá si el mundo asiste al fin de una pandemia de gripe sólo para verse confrontado, por ejemplo, a una epidemia de tuberculosis extremadamente farmacorresistente?
Tenemos razones fundadas para creer que las mujeres embarazadas sufren un riesgo mayor de contraer infecciones graves o mortales por el nuevo virus. Tenemos que preguntarnos si la propagación del virus H1N1 aumentará los niveles ya totalmente inaceptables de mortalidad materna, que guardan una estrecha relación con las deficiencias de los sistemas de salud.



Viernes,22 de mayo del 2009. Margaret Chan. Discurso de clausura de la Asamblea General de la OMS.

Las letras rojas se marcan para resaltar aspectos importantes del discurso.



Señoras y señores:
Durante la reunión consultiva de alto nivel sobre la gripe pandémica, varias delegaciones pidieron a la OMS que considerase otros criterios además de la propagación geográfica a la hora de determinar la fase de alerta de la pandemia.
He escuchado atentamente sus opiniones. Las fases 5 y 6 son prácticamente idénticas en lo que respecta a las medidas que desencadenan. Hay ya plenamente en marcha iniciativas de intensificación de la preparación, también por parte de la industria.
Cuando declaramos la fase 5, pedí a todos los países que activaran sus planes de preparación para la pandemia, y la mayoría así lo han hecho.
Pero incluso los planes mejor trazados deben demostrar la suficiente flexibilidad si aparece un nuevo virus que obliga a cambiar las normas previstas. Suponíamos, y temíamos, que la causa de la siguiente pandemia sería el virus aviar H5N1, altamente mortífero. Tal como ha recordado la delegación de Egipto, ese virus aviar sigue siendo una gran amenaza.
Pero nuestra preocupación más acuciante, ahora, se centra en el nuevo virus H1N1.
Por primera vez en la historia, vemos cómo se despliegan ante nuestros ojos las condiciones que conducen a la aparición de una pandemia. Por una parte, eso nos da una oportunidad sin precedentes. El mundo está alerta y en guardia como nunca antes.
Por otra parte, sin embargo, ello nos aboca a un dilema. Científicos, clínicos y epidemiólogos están reuniendo muchos datos, pero carecemos de los conocimientos científicos necesarios para interpretar esos datos con seguridad. Tenemos pistas, muchas pistas, pero muy pocas conclusiones sólidas.
Como dije antes, se han adoptado ya medidas de preparación a muchos niveles. En este sentido, no es posible hacer más.
Permítanme que les explique, considerando los conocimientos actuales, cómo podría evolucionar la situación durante las próximas semanas y meses.
En primer lugar, nos hallamos ante un virus muy contagioso. Prevemos que seguirá propagándose a nuevos países y dentro de los países ya afectados. Sobre esto apenas tenemos dudas.
Segundo, se trata de un virus sutil, taimado. No anuncia su presencia o su llegada a un nuevo país con una avalancha súbita de pacientes que busquen atención médica o requieran hospitalización. Y sin embargo, la mayoría de los países necesitan hacer súbita y masivamente pruebas de laboratorio para detectar su presencia y seguir sus huellas.
Esto crea otro dilema aún. Podemos estar todos muy agradecidos a los muchos países que se han empleado a fondo y con gran rigor para detectar e investigar los brotes y estudiar los casos clínicos, sobre todo los que han requerido hospitalización.
Esos esfuerzos amplían nuestros conocimientos sobre el virus, sus pautas de propagación y el espectro de manifestaciones clínicas que puede provocar. Pero esos esfuerzos tienen también efectos desestabilizadores y absorben recursos ingentes. ¿Cuánto tiempo puede prolongarse esa situación? Es lo que, como habrán visto, se preguntaban varias delegaciones durante la reunión consultiva de alto nivel.
La respuesta depende de la situación, las capacidades y los riesgos de cada país, incluso de las zonas afectadas dentro de cada país. La OMS no puede en este momento resolver ese dilema con unas directrices universales. Los países deberán adaptar sus respuestas en función de cómo evolucione la epidemiología de la enfermedad.
Esto es sólo el comienzo, y no sabemos lo suficiente para formular recomendaciones generalizables.
Tercero, hasta ahora el virus ha circulado sobre todo por el hemisferio norte, donde la epidemia de gripe estacional debería estar tocando a su fin.
Es preciso que vigilemos muy atentamente el comportamiento del virus H1N1 cuando se encuentre con los virus gripales que circularán durante la temporada de invierno por el hemisferio sur. La actual temporada invernal brinda a los virus gripales la oportunidad de entremezclarse y, posiblemente, intercambiar su material genético de forma impredecible.
Cuarto, en los países donde el virus H1N1 se haya generalizado y circule en la población general, cabe prever que crecerá el número de infecciones graves y mortales. Pero por el momento no parece que vayan a dispararse los casos graves y las defunciones.
Sin embargo, los países que albergan las poblaciones más vulnerables, sobre todo en el mundo en desarrollo, deberían asimilar la idea de que van a sufrir algo más que ese reducido número de casos graves que estamos viendo, casos que en definitiva se han podido identificar en las mejores condiciones posibles de detección y análisis.
Señoras y señores:
La decisión de declarar una pandemia de gripe es una responsabilidad, y un deber, que asumo con extrema gravedad.
Estudiaré toda la información científica disponible, y contaré con el asesoramiento del Comité de Emergencias creado a tenor de lo previsto en el Reglamento Sanitario Internacional.
Pero tendré también en cuenta el hecho de que el valor y la utilidad de la ciencia estriban en su capacidad para prestar un servicio a la gente. Y para prestar un servicio a la población necesitamos su comprensión y su confianza.
Muchas gracias.

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