Este articulo que publica el domingo 3 de mayo, el Diario La Nacion de Argentina, lo conoci por la accion bloguera que lleva el Dr. Pichardo sobre lo que supone es una guerra mediatica y no tan solo un problema de "comunicacion de riesgos". que puede desviar el curso de atencion de la poblacion. Sea una u otra cosa, creo que es importante que se conozca por los que dan seguimiento a la epidemia..
Una caricatura del International Herald Tribune de esta semana es bastante elocuente: todas las pantallas de noticias de Times Square bombardean con el alerta por la fiebre porcina, y la gente sale corriendo con la cara desencajada por el miedo. "Pero al menos es un cambio respecto del pánico por los mercados", reconoce uno de los aterrados ciudadanos a otro.
En efecto, en estos últimos años parecería no haber respiro. Cuando no es el terrorismo es la fiebre aviaria, la vaca loca, el SARS, el Anthrax?
Sin embargo, la gran ironía es que la vida, sobre todo en los países desarrollados, es hoy más segura que nunca. Antes uno podía morirse de una cortadura. Ahora existen antibióticos efectivos, los organismos de salud pública dictan estándares para que el agua sea potable y el aire respirable, la basura se recoge rápido, hay calefacción, etc. Se han reducido los riesgos hasta tal punto que, en Estados Unidos, por ejemplo, la expectativa de vida aumentó en un 60 por ciento en el último siglo.
Así y todo, sostiene Marc Siegel, autor de False Alarm: The Truth About the Epidemic of Fear (Falsa alarma: la verdad sobre la epidemia del miedo) , en el siglo XXI se vive en un estado de ansiedad desmedida por causas que, muchas veces, no nos afectan directamente. Y esta ansiedad desmedida aumenta el riesgo de condiciones médicas que sí nos afectan directamente, como los problemas cardíacos, embolias y depresión. A la vez, Siegel subraya que los grandes pánicos le quitan visibilidad a problemas concretos y cercanos que es mucho más probable que nos afecten seriamente.
"El temor como respuesta biológica fue diseñado para protegernos. Lo heredamos de nuestros antepasados animales y está dirigido a mantenernos a salvo al disparar una reacción al peligro inminente. Pero hoy la tendencia es "sobrepersonalizar" los riesgos, es decir apropiarnos de ellos todo el tiempo aunque ocurran a kilómetros de distancia y los estemos viendo por televisión. En consecuencia vivimos con un creciente nivel de hormonas de estrés que desgastan seriamente el cuerpo y la mente", sostiene.
Cuando por todos lados sólo se escucha hablar de niveles de alerta, víctimas, prohibiciones de viaje, Siegel es la voz en los principales medios norteamericanos -de la CNN a Fox, del Los Angeles Times al Washington Post y The Wall Street Journal , entre otros medios- que clama por evitar las espirales de pánico. Según Siegel, "el virus más poderoso no es el de la gripe, sino el del miedo", y la epidemia más seria es aquella que lleva a que no se tomen las medidas más racionales y efectivas frente a un problema de salud pública concreto.
En su libro False Alarm , publicado en 2005, Siegel ya presentaba algunos de los últimos estudios sobre el poder negativo del miedo sobre la salud, pero regresó con fuerza a la opinión pública cuando, el año último, el journal Archives of General Psychiatry publicó un estudio realizado a casi 3000 personas iniciado antes de los ataques del 11 de septiembre y que siguió por varios años. Todos los consultados vivían fuera de Nueva York o Washington y no tenían conocidos entre las víctimas, pero los científicos encontraron que aquellos que quedaron con temores más agudos fueron tres a cinco veces más proclives que el resto a recibir diagnósticos de nuevos problemas cardiovasculares.
Contra las verdades a medias
Dentro de la profesión médica norteamericana, Siegel es una rara avis. Por un lado, tiene una carrera académica como profesor e investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York; por el otro, sigue trabajando de médico clínico, con lo cual está en contacto directo con los miedos que afectan a la población en general y sus efectos. Pero, además, es un incansable divulgador en los medios de todo aquello que él considera que son mitos, verdades a medias o problemas de falta de información en temas de salud que son magnificados por los mismos medios. Y no le importa de dónde vengan esos mitos, verdades a medias o información incompleta.
Por ejemplo, en tiempos en que las noticias sobre grandes epidemias mundiales no ocupan las tapas de los diarios, su columna más famosa posiblemente sea la que escribe para Los Angeles Times . Allí aborda aquellos casos de la ficción más popular, sobre todo de las series televisivas, que dejan a los telespectadores demasiado optimistas, demasiado pesimistas o confundidos frente a un problema de salud de la vida real y con el cual los médicos de la vida real luego deben lidiar. Por ejemplo, Siegel analiza un episodio de la serie House en el cual la obesidad del paciente impide en un principio que se lo pueda diagnosticar correctamente. Pero también analiza otros que intrigan al público aunque sea difícil que se repitan en la vida cotidiana, como un episodio de CSI en el cual un asesino mata a modelos poniéndoles cianuro en su brillo labial.
Lea este articulo en el periodico La Nacion de Argentina.
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