Dado que la seguridad es una de las dimensiones de la calidad, esta compete a quienes, como el CGH, tienen como propósito contribuir al mejoramiento de la calidad de atención en salud. (Profundizar sobre Calidad en Salud)
Más aún, la interrelación que hay entre calidad y seguridad es tal, que puede afirmarse que cuando el trabajo en calidad se centra en la seguridad, las demás dimensiones de la calidad tienen que incorporarse. Es difícil, sino imposible, imaginarse una atención segura que no es efectiva, oportuna, equitativa o centrada en el paciente.
Adicionalmente, una atención segura, es decir, libre de errores y eventos adversos, es menos costosa y necesariamente tiene que ser prestada por profesionales competentes.
Adicionalmente, una atención segura, es decir, libre de errores y eventos adversos, es menos costosa y necesariamente tiene que ser prestada por profesionales competentes.
Dicho de otra forma, para que la atención sea segura, es condición sine qua non que sea efectiva, oportuna, equitativa, centrada en el paciente, eficiente y prestada por profesionales competentes. Una atención en salud con estas características es la que el Instituto de Medicina propone como meta para los sistemas de salud en el siglo XXI.
Para hacer realidad el sueño de que los pacientes reciban una atención como la descrita en el párrafo anterior, el CGH ha desarrollado, con la financiación parcial de la Fundación Corona y seis hospitales pioneros, un modelo de gestión de seguridad del paciente, apoyado en los tres componentes del Sistema de Gestión Integral por Calidad, de fácil implementación en instituciones de salud, independientemente de la complejidad de los servicios que presten.
El modelo propone partir de definir la seguridad de los pacientes como un objetivo estratégico de la institución, para luego identificar un foco de intervención adecuado, acorde con sus características.
Durante el proceso de formulación estratégica es igualmente necesario definir la cultura que se desea promover con el fin de garantizar un patrón de conducta de los colaboradores que sea expresión genuina del valor que la organización le confiere a la seguridad del paciente.
Durante el proceso de formulación estratégica es igualmente necesario definir la cultura que se desea promover con el fin de garantizar un patrón de conducta de los colaboradores que sea expresión genuina del valor que la organización le confiere a la seguridad del paciente.
De acuerdo con el modelo, a continuación deben trabajarse simultáneamente dos frentes:
- Mejoramiento de procesos, cuyo resultado final son procesos de atención seguros. Esto se hace con herramientas basadas en la evidencia, que se articulan entre sí mediante una secuencia lógica de identificación y análisis de eventos adversos, que busca, finalmente, diseñar barreras de seguridad que complementen los estándares de atención.
Las herramientas de análisis pertenecen a una de dos grandes categorías: análisis retrospectivo, es decir, a partir de un error o de un evento adverso que ya ocurrió; y análisis prospectivo, es decir, basado en una forma de pensamiento que identifica qué puede fallar, por qué puede ocurrir la falla y qué efectos tiene dicha falla en caso de que ocurra. - Cambio cultural hacia una cultura de seguridad con las características definidas en la estrategia. Antes de implementar las herramientas sugeridas para promocionar la cultura deseada, debe medirse, mediante una herramienta confiable, es decir, válida y precisa, la cultura actual con respecto al tema de seguridad.
En la medida en que la organización diseñe e implemente procesos seguros y su cultura sea de seguridad, la atención que reciben sus pacientes será segura.
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