Este problema es antiguo, aunque ha evolucionado con el tiempo. Fueron los griegos los primeros que utilizaron la palabra "Hubris" para definir al héroe que lograba la gloria y 'borracho' de éxito se empezaba a comportar como un Dios, capaz de cualquier cosa. Este sentimiento le llevaba a cometer un error tras otro. Como castigo al 'Hubris' está la 'Nemesis', que devuelve a la persona a la realidad a través de un fracaso.
¿Por qué decidió el trío de las Azores –Aznar, Bush y Blair- invadir Irak con toda la ciudadanía e incluso miembros de sus propios gabinetes en contra?
¿Por qué perdieron el contacto con la realidad y no escucharon a la opinión pública?. El ex político británico y neurólogo David Owen cree que parte de la culpa fue del "síndrome Hubris" un trastorno común entre los gobernantes que llevan tiempo en el poder.
Neville Chamberlain, Hitler, Margaret Thatcher en sus últimos años, George Bush o Tony Blair son solo algunos de los líderes que han sucumbido al "Hubris", un problema que no está caracterizado como tal por la medicina, pero que tiene síntomas fácilmente reconocibles, entre los que destacan una exagerada confianza en sí mismos, desprecio por los consejos de quienes les rodean y alejamiento progresivo de la realidad.
Llega un momento en que quienes gobiernan dejan de escuchar, se vuelven imprudentes y toman decisiones por su cuenta, sin consultar, porque piensan que sus ideas son las correctas. Por eso, aunque finalmente se demuestren erróneas, nunca reconocerán la equivocación y seguirán pensando en su buen hacer.?
El síndrome responde más a una denominación sociológica que propiamente médica, aunque los galenos son conscientes de los efectos mentales del poder.
El psiquiatra Manuel Franco, jefe de Servicio del Complejo Asistencial de Zamora, España, explica lo que pasa con los líderes políticos.
Neville Chamberlain
"Una persona más o menos normal se mete en política y de repente alcanza el poder o un cargo importante. Internamente tiene un principio de duda sobre si realmente tiene capacidad para ello. Pero pronto surge la legión de incondicionales que le felicitan y reconocen su valía. Poco a poco, la primera duda sobre su capacidad se transforma y empieza a pensar que está ahí por méritos propios. Todo el mundo quiere saludarle, hablar con él, recibe halagos de belleza, inteligencia… y hasta liga".
Esta es sólo una primera fase. Pronto se da un paso más "en el que ya no se le dice lo que hace bien, sino que menos mal que estaba allí para solucionarlo y es entonces cuando se entra en la ideación megalomaniaca, cuyos síntomas son la infalibilidad y el creerse insustituible". Para el doctor Franco, es entonces cuando los políticos "comienzan a realizar planes estratégicos para 20 años como si ellos fueran a estar todo ese tiempo, a hacer obras faraónicas o a dar conferencias de un tema que desconocen".
Tras un tiempo en el poder llegan a "sospechar de todo el que le haga una mínima crítica y a, progresivamente, aislarse más de la sociedad"
Pero no queda aquí la cosa. Tras un tiempo en el poder, los afectados por el 'Hubris' padecen lo que psicopatológicamente se llama 'desarrollo paranoide'. "Todo el que se opone a él o a sus ideas son enemigos personales, que responden a envidias. Puede llegar incluso a la 'paranoia o trastorno delirante', que consiste en sospechar de todo el mundo que le haga una mínima crítica y a, progresivamente, aislarse más de la sociedad. Y, así, hasta el cese o pérdida de las elecciones, donde viene el batacazo y se desarrolla un cuadro depresivo ante una situación que no comprende", concluye Franco
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