ROSA M. TRISTÁN
MADRID.- Los investigadores han logrado que en Occidente el sida de los niños deje de ser un problema. Pero sus resultados no llegan a los países en desarrollo. Si la transmisión de madres a hijos no llega al 1% en Europa, en los países pobres la tasa está entre el 25 y el 45%. La culpa: los tests para detectar el virus no están siempre accesibles para las madres embarazadas ni para los bebés. Hasta un 60% de los menores de dos años mueren sin saber que eran seropositivos.
Los datos han sido proporcionados por Médicos Sin Fronteras, que proporciona la terapia antirretroviral a más de 7.000 niños, la mayoría africanos. "Este año hay 420.000 nuevos niños infectados de VIH, y en total son 2,2 millones. Sin embargo, los jarabes pediátricos en determinados contextos rurales no son adecuados y tampoco hay alternativas baratas cuando se produce intolerancia", recuerda Elena Alonso, responsable de los programas del sida de MSF España.
Respecto a las pruebas, a los niños no se les pueden hacer los tests de los adultos, puesto que hasta los 18 meses pueden tener los anticuerpos maternos. Por ello precisan de unas pruebas de sangre más sofisticadas, que requieren unas infraestructuras poco disponibles. "El problema es que si no se detecta el virus, ni en las madres embarazadas ni en los bebés, no se puede iniciar el tratamiento, por ello es necesario innovar en el sida pediátrico", insiste Alonso.
Desde Acción contra el Hambre se hace hincapié en los efectos que esta enfermedad tiene en la seguridad alimentaria y el desarrollo rural, sobre todo en África. En Zambia, por ejemplo, la mitad de los ingresos hospitalarios se deben al VIH. A medida que aumenta el número de enfermos adultos, son menos quienes aportan ingresos para comer, hay más huérfanos y más posibilidades de infección entre los niños, dado que la malnutrición debilita el sistema inmune y puede acelerar el desarrollo de enfermedades asociadas al sida.
Por todo ello, y de cara al Día Mundial del Sida, el 1 de diciembre, "Médico Sin Fronteras" exige a los gobiernos que, además de la vertiente sanitaria, se consideren los efectos sociales.